Zephaniah

¿Posible referencia al Aviso en Sofonías?

Consideramos en este artículo el breve libro de Sofonías, uno de los llamados “profetas menores” del Antiguo Testamento y analizamos especialmente un llamativo versículo del primer capítulo.

El Libro de Sofonías es un libro de la Biblia. Pertenece al grupo de los “Profetas Menores” del Antiguo Testamento. Consta de tres capítulos con un total de 53 versículos. Es precedido por Habacuc y seguido por Ageo.

En Sofonías 1:12 se lee:

Y sucederá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con lámparas, y castigaré a los hombres que reposan como el vino en sus heces, los que dicen en su corazón: “Ni bien ni mal hará el Señor.”So. 1:12
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A causa de este v., a veces se ha representado al profeta Sofonías con una lámpara en la mano.
Illustracion para Sofonias
Sofonías por Loutherbourg. Foto de Harry Kossuth, via Wikimedia Commons

Este pasaje del libro de Sofonías es el que motiva este artículo, ya que la figura de la examinación divina del Pueblo de Dios bajo la luz de lámparas pareciera ser una posible referencia al Aviso, que esperamos recibir de acuerdo a las revelaciones más actuales.

Si bien es cierto que el pasaje puede evocar, por ejemplo, un asedio nocturno de Jerusalén bajo luz de antorchas (algo que pudo suceder con la destrucción de Jerusalén), el versículo deja abierta la puerta a un rango más amplio de posibilidades, como se ha graficado en la imágen a la derecha por el artista Loutherbourg para la Biblia Macklin en el año 1798, ilustración que puede tener semejanza con la visión de un gran cometa surcando los cielos (Clic para ampliar la imágen):

Al tiempo actual parece también vigente la situación mencionada en el versículo (1.12- ¡El Señor no hará nada, ni bueno ni malo!), la actitud general de las personas que “reposan sobre sus heces”, o niegan la existencia de Dios, conformandose en el ateísmo o muestran desinterés por las cuestiones de religión. En otras referencias cruzadas podemos apreciar la vigencia de estos enunciados:

Sal. 14.1- Los necios piensan que no hay Dios:
todos se han pervertido;
han hecho cosas horribles;
¡no hay nadie que haga lo bueno!

Sal. 10:4- Levanta insolente la nariz, y dice:
“No hay Dios. No hay quien me pida cuentas.”
Eso es todo lo que piensa.

Is. 29:15- ¡Ay de aquellos que se esconden del Señor
para ocultar sus planes;
que hacen sus maldades en la sombra
y dicen: “Nadie nos ve. Nadie se da cuenta”!

Jer. 5:12- Israel y Judá han negado al Señor.
Han dicho: “Dios no cuenta;
nada malo va a pasarnos;
no tendremos ni guerra ni hambre.”

Am. 9:10- Todos los pecadores de mi pueblo
morirán a filo de espada;
todos los que dicen: ‘Nada de eso nos pasará;
el mal no va a alcanzarnos.’

Mal. 3:14-15- Esto es lo que habéis dicho: ‘Servir a Dios es cosa inútil. ¿Qué provecho sacaremos de hacer lo que él manda, de andar vestidos de luto delante del Señor todopoderoso?
Nosotros hemos visto que los orgullosos son felices, que a los malvados les salen bien las cosas, que ponen a prueba a Dios y no reciben ningún castigo.'”

La profecía Biblica a menudo tiene un tiempo presente, un futuro cercano y un futuro distante como se explica en esta imágen:

Profecias Sofonias

… toda palabra del Libro es una enseñanza que, desde que el Espíritu la hace escribir por un hecho presente, se refiere a un hecho futuro.El evangelio como me ha sido revelado - María Valtorta

También parecen cumplirse actualmente las mismas situaciones de idolatría que llevaron a Sofonías a expresar las advertencias divinas y la cercanía del “Día del Señor”:

  • La vida actual lleva al hombre a ser idólatra siguiendo los caminos del Señor pero también los caminos del mundo, adorando a Dios y también sirviendo al dios dinero y el materialismo.
  • La adoración a los astros en tiempos de Sofonías, que hoy tiene una continuación en la astrología y la difusión de los horóscopos como un modo de adivinación y entretenimiento, que es superstición y contrario a la fe cristiana.
  • La adoración a Milcom o Molec, dios amonita en tiempos de Sofonías al que se rendía culto con sacrificios humanos, que hoy tiene su continuación con el rito conocido popularmente bajo el término de “aborto”, verdadero sacrificio humano a falsos dioses, “sacrificio humano llevado a cabo con guantes blancos” como lo llama el Papa Francisco. La tolerancia a esta aberración es sin dudas uno de las más graves errores de las sociedades, por el que la purificación se hace inevitable.
  • Por último Sofonías también critica el adoptar los valores y la moral de las naciones vecinas que rechazan a Yaveh como único Dios, cuyo correlato lo tenemos en las leyes cada vez más desviadas y que aprueban “nuevos derechos” e introducen valores anticristianos, promulgadas por los cuerpos legislativos, fundados en el “exito aparente” y “modernidad” de las grandes naciones que adoptan las mismas legislaciones.

Sobre Sofonías

El primer versículo del libro atribuye su autoría a “Sofonías, hijo de Cusí, hijo de Guedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de Judá”.(Sof 1:1). Por este motivo se lo asocia como descendiente de la familia del rey Ezequías.

Sofonías (en hebreo Sefanyah significa: “Yahvé ha guardado”, “Dios lo ha escondido”, “Dios protege” o “Dios oculta”). Esto podría referirse al hecho de que Dios lo pudo haber protegido durante la época en que reinó Manasés, rey de Judá muy corrupto y sanguinario.

Ubicación geográfica y temporal

Sofonías le predicó al pueblo de Dios que había quedado en el reino del sur, conocido como el reino de Judá. Ya para cuando él proclama la palabra de Dios, los asirios habían destruido el reino del norte y su ciudad capital Samaria. Por lo tanto, su campo de acción estaba en Jerusalén y la región de Judá. Era un hombre que conocía muy bien la ciudad de Jerusalén. Sus descripciones de lugares específicos nos indican que ésta era la ciudad donde él se movía con confianza, se supone que la capital era el lugar de su residencia, y quizá de su nacimiento.

El primer v. del libro de Sofonías sitúa la actividad de este profeta en tiempos de Josías, rey de Judá (640-609 a.C.). Pero en sus oráculos se habla de los abusos de prácticas idolátricas de tipo asirio y su predicación no alude para nada a la gran reforma religiosa llevada a cabo por aquel rey (2 R 22.1-23.25), sino que las costumbres y prácticas que él denuncia (Sof 1:4-6) corresponden más bien a una época fuertemente impregnada de paganismo. Por tanto, lo más probable es que Sofonías haya proclamado su mensaje profético antes de la reforma del rey Josías, quizá entre los años 630 y 625 a.C.

Judá, privada de una parte de su territorio, vivió bajo la dominación asiria, y los reinados impíos de Manasés y de Amón favorecieron el desorden religioso. Después de los años de decadencia religiosa bajo el reinado de Manasés (698-643 a.C.), Josías se vuelve el gran restaurador y continuador de las reformas religiosas de su bisabuelo Ezequías. Este rey luchó eficazmente contra nigromantes y adivinos, proscribió el culto en santuarios locales para centralizarlo exclusivamente en Jerusalén, desarraigó los restos de la idolatría, luchó contra el influjo asirio, promovió con su ejemplo una nueva observancia religiosa, logró ensanchar el reino hacia el norte en territorios del destruido reino de Israel.

Probablemente Sofonías y Jeremías fueron los profetas que urgieron al rey Josías a convertirse al Señor, bajo la advertencia de una inminente destrucción. Al ser hallado el libro de la Ley en los fundamentos del Templo y verificar Josías que las consecuencias de no haberle prestado obediencia por parte de los antepasados, se estaban volviendo realidad, Josías se humilla ante el Señor y promulga una Reforma del Culto que posteriormente se lleva a cabo exitosamente, desterrando las prácticas idolátricas, aunque por un breve período, hasta su muerte.

Temática

Sofonías predicó no sólo de la inminente invasión de Babilonia, sino también del más lejano “Día del Señor“. Ese Día es descrito con rasgos sombríos, como un día de ira, de angustia y aflicción (Sof 1:15), que pondrá fin a la maldad imperante en la Tierra por el orgullo y la rebeldía, y sacudirá la indiferencia de los que dicen: ¡El Señor no hará nada, ni bueno ni malo! (Sof 1:12), es decir, que contemplan pasivos e indiferentes la rampante corrupción moral (1,1-18; 2,4-15), un día de cólera que traerá la gran catástrofe, no solo sobre Jerusalén, sino como juicio universal a todas las naciones, a causa de los pecados del mundo.

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Estos versículos inspiraron el himno Dies irae, que fue una parte fija de la Misa de Requiem entre el Concilio de Trento y el Vaticano II.

Es esta maldad la que le lleva a Sofonías a penetrar, como ningún otro profeta, en el sentido y raíz última del pecado que se anida en el corazón de las personas; no los actos, sino sus motivaciones: la arrogancia (2,10), la falta de confianza en Dios (3,1), la fanfarronería y la deslealtad de sus profetas, el desprecio de la ley por los sacerdotes (3,2), la mentira (3,13).

El pecado, en definitiva, es la ruptura de una alianza que había colocado al pueblo en una relación no jurídica, sino íntima y personal con Dios. Por eso, el «día de la cólera», será un día de borrón y cuenta nueva.

Dios advierte – Dios actúa: Dios nunca entrega su palabra sin darle cumplimiento, ya sea sus promesas para el bien y por la gracia, o su certeza de juzgamiento para la purificación del pueblo. No debemos esperar que el tiempo entre la invitación a volver a los caminos de Dios y el experimentar las consecuencias de algún juicio divino en caso de hacer oidos sordos a la misma, dure indefinidamente. El tiempo es limitado y debemos enfocar nuestras prioridades y trabajos ordenándolos en este sentido.

Pero la última palabra, como en los otros escritos proféticos, será un oráculo de esperanza y restauración. Primero vendrá la gran purificación (3,9-13). De ella, el mal será extirpado y ocurrirá una gran restauración, que gozará ver el remanente de pobres y humildes que buscan al Señor. Por eso también los paganos son llamados a incorporarse al servicio del Señor. El centro de reunión de los dispersos no es ya el monte de Sión en su materialidad, sino el «Nombre del Señor», refugio del pueblo humilde.

En su libro se hace énfasis en el control providencial de las naciones del mundo, la necesidad de la pureza en las formas y de seguir los caminos de justicia por oposición a los de corrupción moral e iniquidad. El juicio divino y el sufrimiento por las penitencias impuestas sirven como medios de purificación del Pueblo de Dios.

Debemos examinarnos a nosotros mismos, examinar nuestra conciencia y nuestros corazones en un ejercicio continuo toda nuestra vida. Mientras el Señor mantiene nuestros corazones humildes, debemos como Él hace, buscar a los humildes entre los malvados e invitar a los impíos a volverse humildes ante Dios de modo que alcancen ellos también la salvación.

Imagenes para descargar:


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