El Evangelio de hoy nos abre los ojos a una realidad muy actual: aunque el espino parezca una higuera; o la zarza una vid, de tan disfrazados, aun sería sencillo preservarnos del engaño simplemente observando los frutos.
Repasemos unos fragmentos de las lecturas de hoy en relación a la parábola de los frutos:
Libro de Eclesiástico 27,6-7.
“El árbol bien cultivado se manifiesta en sus frutos: así la palabra expresa la índole de cada uno.
No elogies a nadie antes de oírlo razonar, porque allí es donde se prueban los hombres.”
Evangelio según San Lucas 6,43-45.
“No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos:
cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
(Ref. cruzadas: Mt 7:16-20; Mt 3:10)
¿Por qué son tan actuales estas palabras? Porque dejan al descubierto una táctica utilizada por la religión de la masonería para permutar, trocar, invertir los valores cristianos con los que crecieron nuestros ascendientes, por los valores demoníacos de los que se vale la masonería y con los que pretende establecer gradualmente su sistema tiránico de gobierno conocido como ‘Orden Mundial’.
No siguen Mis Pedidos y continúan como un barco a la deriva, esto es peligroso para ustedes. El mal es ingenioso, toma formas, actos, obras que parecen buenas y en realidad no lo son y ustedes, al no discernir, caen en las redes del mal. Nuestro Señor Jesucristo a Luz de María - 03.AGO.2017
Asi es como hoy vemos jóvenes reclamando por la legalización del aborto, una de las tantas zarzas disfrazadas de vid. Más alla de los argumentos que se utilizan, el fruto consiste ni más ni menos que en la muerte de un ser humano inocente.
Para llegar a este nivel de aceptación social en semejante crimen, cuánta manipulación ha tenido que correr por los medios de comunicación. Pasando desde la creación de la entidad del “feto” como algo separado de la noción de vida humana, a crear una noción difusa de cuando ésta comienza, a crear un supuesto derecho de la mujer a deshacerse de la vida que engendró junto a un hombre (y sin siquiera tener necesidad de consultarle), y asi podríamos seguir con cada uno de los pasos con los que gradualmente la masonería fue instalando la idea de que matar a un inocente podría ser “algo bueno”: disfrazando el árbol venenoso de manera que parezca uno saludable.
De continuar esta tendencia, tal vez pronto lleguemos al día en que los padres en lugar de contarle a sus hijitos que los bebes son traídos por la cigüeña en un largo viaje de nueve meses, tengan que andar explicándoles qué significa que la mamá del amiguito “abortó”. Esa es la crudeza que los masones buscan instalar en todos los ámbitos sociales.
Ahora, qué pensaría de un hombre que, sabiendo de un árbol venenoso a la vera de un camino muy transitado, y que aparenta tener buenos frutos, se marcha sin colocar un cartel vistoso con una advertencia de que nadie por error coma sus frutos. O peor, de alguien que conociendo el árbol venenoso no alerte a su propia familia de no comer sus frutos? Pues asi resulta el silencio condenable del clero que, asemejándose al asalariado de la parábola, que no cuida de las ovejas, porque está sólo por el salario, no alerta a su rebaño de las estrategias del demonio a través de sectas como la masonería para llevar a la perdición las almas.
Mientras la Iglesia Católica se encuentra acorralada con escándalos de abusos, repetidos en los medios una y otra vez, y parece que hubiera entrado a un laberinto del que no puede salir, sin dejar de señalarse el ombligo, los masones aprovechan su silencio y pasividad para imponer cambios sociales, legales y educativos llevando la muerte y destrucción a todo lugar.
Alguien podrá decir: ¿pero qué es la masonería? la respuesta es muy sencilla.
La masonería es la religión (si, religión aunque simule no serlo) que adorando a Lucifer se alía a los ángeles caídos para instaurar el reinado de Satanás en la Tierra, son por consiguiente, enemigos de la Iglesia fundada por Cristo (y de toda la humanidad).
Los masones se jactan de descartar a Cristo y buscan desterrarlo de todas las actividades humanas.
“Jesús les dijo: “¿Nunca leyeron en las Escrituras: ‘la piedra que desecharon los constructores, esa, en piedra angular se ha convertido; esto fue hecho de parte del Señor, y es maravilloso a nuestros ojos’?” (Mt. 21:42)
Los masones se reflejan en este pasaje bíblico y buscan llegar a todos aquellos que sin amar a Cristo desean unirse para excluirlo. Nada tienen que ver con los antiguos masones, el gremio de constructores que tallaba las piedras para la construcción, sino que se han identificado con los constructores en el hecho de expulsar a Jesús (la Piedra angular), de allí surge el nombre de esta religión.
“Pues esto se encuentra en la Escritura: “Yo, pongo en Sion una piedra escogida, una preciosa piedra angular, y el que crea en El no sera avergonzado.”
Este precioso valor es, pues, para ustedes los que creen; pero para los que no creen, “la piedra que desecharon los constructores, esa, en piedra angular se ha convertido,”
y, “piedra de tropiezo y roca de escándalo.” Pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados.” (1 Pe. 2:6-8)
Los constructores del edificio de la historia humana no se conforman con esta piedra, pero en los designios de Dios ocupa el lugar central de la vida espiritual de los pueblos, ya que es la clave en el proceso del establecimiento del reino de Dios en la tierra.
Los masones llaman “Gran Arquitecto” a Lucifer, pues se ven impedidos de reconocer abiertamente que su objeto de adoración es aquel, debiendo esconderlo bajo otro nombre. Del mismo modo, sus actividades son realizadas con secretismo. Asi es como ejecutan operaciones con el fin de convertir gradualmente (de generación en generación) las costumbres de los pueblos de modo que se aparten de las enseñanzas de Cristo y adopten el estilo de vida masón, es decir satanista.
Oremos entonces por estos hermanos caídos en desgracia, oremos por todos aquellos que practican la masonería, sabiéndolo o no, y que producen frutos envenenados que llevan a la muerte del espíritu de quien los consume.
“Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.
En Cristo también ustedes son juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20-22)
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