Y él les enseñaba: “Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad”.
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”.
La confianza nos permite dar el salto de fe
Hoy reflexionamos sobre el gesto de entrega de la viuda, un ejemplo de fe y confianza en Dios. A primera vista pareciera que da poco, pero Dios que ve en lo secreto, nota que ese “poco” era en realidad “todo” para esa viuda.
En esa entrega y confianza en el Señor, de que a pesar de quedarse con nada, nada le faltaría, vemos resumidas las enseñanzas de muchas de las parábolas y discursos de Jesús (Por ejemplo Mt. 6:31-34: “En conclusión, no se angustien pensando: ¿qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿con qué nos vestiremos? Todo eso buscan ansiosamente los paganos. Pues el Padre del cielo sabe que ustedes tienen necesidad de todo aquello. Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás lo recibirán por añadidura. Por eso, no se preocupen del mañana, que el mañana se ocupará de sí. A cada día le basta su problema.”)
Aquel que aun está creciendo en la fe, normalmente se le daría por pensar, si doy esto qué comeré, qué ocurre si luego necesito ese dinero para una urgencia? y miles de preocupaciones terrenas que nos limitan en nuestra entrega.
Esta viuda parece haber llegado al cúlmen de la fe, en su abandono total queda demostrada también su total confianza en el Señor.
¿Qué tanto confiamos nosotros en Dios? ¿Cual es la medida de nuestra entrega? En estos tiempos, pareciera que existe una crisis de confianza en Dios. En la medida que el mundo se fue haciendo más rico, fuimos progresivamente desconfiando cada vez más de la capacidad de Dios de hacernos felices, de darnos lo que nos gusta. Pero esto no debería ser así. Debemos recordar que Dios no solo sabe lo que a cada cual le agrada, sino que puede ofrecérnoslo eternamente, sólo debemos trabajar para su Reino, poner nuestros dones y talentos para rendir ya sea poco o mucho fruto.