Meditación sobre la parábola del Buen Pastor, presente en el evangelio de San Juan. La importancia de conocer la voz de Jesucristo para no confundirlo con los falsos pastores y profetas. El pastoreo y cuidado de las ovejas en los tiempos bíblicos.
En el evangelio de San Juan (Jn 10:1-18) Jesús se revela a sí mismo como el Buen Pastor, según la imagen de las Sagradas Escrituras, esta figura se aplicaba a Dios o al gobernante (Sal 23:1; Is 40:11; Jr 23:1-6; Ez 34:11-31; Ez 37:24) que cuidaba de toda la comunidad o pueblo. Es una figura muy válida por la vida pastoril que se desarrollaba en las tierras de Israel. Las ovejas eran muy comunes ya que proveían lana, alimento y comercio por la necesidad de tener corderos para los sacrificios, lo que les llevó a tener rebaños muy considerables.
Por otra parte, los lobos fueron numerosos, audaces y muy temidos, habiendo registros de la época que señalan que en ocasiones los lobos habían devorado algunos niños y en otras más de trescientas ovejas de un rebaño.
Meditemos las palabras de Jesús en su manifestación como el Buen Pastor, útil para los tiempos que estamos viviendo hoy día en los que el ladrón quiere adentrarse en el redil.
El Buen Pastor (Jn 10:1-18)
Siendo Jesucristo la puerta por donde entran las ovejas, quien contradiga sus propias palabras, ya sea negando la existencia del infierno, pretendiendo modificar los dogmas inmutables de la fe católica con el propósito de degradar la moral cristiana y hacer permisible el pecado, es un ladrón y salteador que busca matar a las ovejas y llevarselas como botín.
Es muy importante el no permitir a las ovejas descarriarse del rebaño, porque cuando andan por si mismas quedan sin ninguna protección. En tal condición, descarrían porque no tienen sentido de la localidad. Y si se extravían se les tiene que regresar. El salmista oró: “Ando errante como oveja extraviada; ven busca a tu siervo” (Sal 119:176) El profeta Isaías, compara las costumbres del hombre a la de las ovejas: “todos nosotros nos descarriamos como ovejas” (Is 53:6).
Un guardián, que aquí llama “portero” por la importancia alegórica que va a tener la puerta, vela durante la noche para defender el rebaño de posibles robos, si asi no lo hiciera sería equivalente al administrador infiel que hace perder los recursos de su Señor.
Jesús dijo concerniente al pastor en sus días: “Y a sus ovejas llama por nombre” (Jn 10:3). Actualmente el pastor oriental se deleita en poner nombre a ciertas de sus ovejas, y si su rebaño no es grande, a todas las ovejas les pondrá nombres. Las conoce por medio de ciertas características individuales. Las nombra así: “Pura Blanca”, “Listada”, “Negra”, “Cafés”, “Orejas Grises” etc. Esto indica la tierna afección que el pastor tiene para cada una de sus ovejitas.
El pastor está constantemente con sus ovejas de tal manera que su vida con ellas a veces se hace monótona.. Por eso algunas ocasiones juega con ellas. Lo hace pretendiendo irse de ellas y pronto ellas lo alcanzan, y lo rodean por completo, brincando alegremente. Algunas veces el pueblo de Dios piensa que lo abandona cuando las dificultades le vienen. Entonces dicen: “Dejóme Jehová” (Is 49:14). Pero en realidad, su divino Pastor dice “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb 13:5).

El pastor oriental nunca guía sus ovejas como lo hacen los pastores occidentales. Siempre las guía, a menudo yendo delante de ellas. “Y cuando ha sacado fuera las ovejas, va delante de ellas” (Jn 10:4). Esto no quiere decir que el pastor vaya siempre delante de ellas. Aun cuando usualmente toma esta posición cuando viajan, por lo general camina a su lado, y algunas veces va siguiéndolas, especialmente si el rebaño camina hacia el redil por la tarde. Desde la parte de atrás él puede reunir a las extraviadas, protegerlas de algún ataque por audacia de los animales feroces, si el rebaño es grande el pastor irá delante, y un ayudante irá a la retaguardia. Isaías habla del Señor omnipotente en una doble relación con su pueblo. “Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Jehová irá delante de vosotros, y os congregará, (será vuestro retaguardia) el Dios de Israel” (Is 52:12) y “Entonces tu luz despuntará como la aurora, y tu salud brotará con rapidez; delante de ti irá tu justicia; y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” (Is 58:8)
Las ovejas pueden discernir muy bien la voz de su pastor, tal es así que cuando se hace necesario separar varios rebaños de ovejas, un pastor tras otro se paran y gritan una llamada compuesta de dos tonos, uno grave y otro agudo: “¡Ta júuu! Ta ¡Júuu! u otra llamada similar propia de ellos. Las ovejas levantan la cabeza, y después de una revoltura general, principian a seguir cada una a su pastor. Están enteramente familiarizadas con el tono de la voz de su pastor. Algunos extraños han usado la misma llamada, pero sus esfuerzos para que les sigan las ovejas siempre fracasan. Las palabras de Cristo son exactas respecto a la vida de los pastores orientales cuando dijo: “Las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, antes huirán de él: porque no conocen la voz de los extraños” (Jn 10:4-5).
Sobre este punto hacemos hincapié en el título de esta entrada, ya que Jesús asegura que las ovejas reconocen la voz de su pastor. Esto es fundamental para no extraviarse y confundirse en otros rebaños.
La voz del Buen Pastor tiene un tono único que es sencillo de reconocer para las ovejas que lo conocen. Es el equivalente a su firma en todo lo que es Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras.
Entonces ¿cómo hace una oveja para discernir si la voz que escucha es la de su pastor? Esto es de importancia ya que Dios no abandonó a su Pueblo sino que continuó enviando profetas y santos que transmiten su mensaje conforme el transcurrir de los tiempos. Uno de los casos más llamativos es el de María Valtorta, la mística italiana que ha escrito obras que llevan el sello de Dios en cada página y a pesar de los numerosos Imprimaturs de obispos católicos, la Iglesia no defiende unánimamente esta obra ni busca su difusión. Lo mismo podríamos decir de los mensajes dictados a Luz de María de Bonilla y tantos otros a través de los cuales el Señor nos ha hablado para guiarnos en algún momento de la historia.
Del mismo modo quienes se arrogan un derecho que sólo le pertenece a Dios y anuncian que no han habido revelaciones divinas más allá de las contenidas en las Sagradas Escrituras, tienen una voz extraña, que quiere usurpar los derechos que tiene el Pastor divino de guiar continuamente a su rebaño.
Volviendo a la pregunta ¿cómo hace una oveja para discernir la voz del Buen Pastor? San Pablo nos da una pista: “pero si alguno ama a Dios, ése es conocido por El.” (1Co 8:3), el amor es la prueba de conocer a Dios. Quien ama y practica obras de caridad, o más genericamente quien es bueno, es quien prepara el terreno para el éxito de la acción del Espíritu Santo, que vierte sus caudales de sabiduría y entendimiento abriendo los sentidos espirituales del hombre. Esta donación se profundiza con el sacramento del Bautismo y más aun a partir de la Confirmación. Pero si el hombre se goza en practicar el mal y se empecina en cerrar su corazón, ojos y oídos, es tibio en sus deberes, se vuelve necio, entorpece la acción del Espíritu y esto es equivalente a tener los sentidos cubiertos por una densa capa de polvo y hollín que generan una barrera que no permite al Espíritu ejecutar sus operaciones, ya que no es voluntad del propio hombre. Muchas veces es el dolor y los padecimientos los que pueden volver a abrir el paso a esta agua renovadora, en donde antes el paso estaba cerrado por culpas, negligencias y omisiones.

Volvió Jesús a decirles: Os aseguro que yo soy la puerta por donde entran las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí fueron ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: el que por mí entra será salvo; entrará y saldrá, y encontrará pastos. El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Las ovejas necesitan ser cuidadas contra los ladrones no sólo cuando están en el campo, sino también en el redil. Algunos de ellos pueden escalar las paredes y entrar en el redil, donde cortan las gargantas de tantas ovejas como pueden y luego con cuidado las suben sobre la pared con cuerdas. Otros de la banda las reciben y luego todos tratan de escapar para no ser aprehendidos. Cristo describió tal operación: “El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir” (Jn 10:10).
El pastor debe estar constantemente en guardia para tales emergencias, y debe estar listo para actuar rápidamente para proteger sus derechos sobre el ganado.

Diferencia entre el pastor y el asalariado. Refiriéndose al asalariado, Jesús dijo: “Así que, el asalariado huye, porque es asalariado y no tiene cuidado de las ovejas” (Jn 10:13). Cuando el rebaño es pequeño el pastor lo maneja sin ayuda pero si el rebaño es muy grande, entonces se hace necesario contratar a alguien que le ayude con las ovejas. Un pastor puede manejar por lo general de cincuenta a cien ovejas, pero cuando tiene más de cien ovejas, a menudo busca un ayudante. El asalariado no tiene el interés personal en las ovejas que tiene el pastor, y así no se le puede confiar la defensa del rebaño de la manera que el pastor mismo lo hace. “Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, oye al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas” (Jn 10:12).
David como un joven pastor, experimentaba o sentía la venida de un león o de un oso contra su ganado, y con la ayuda del Señor, el podía matarlos a ambos (1Sa 17:34-37). El profeta Amós nos dice de un pastor que trata de rescatar una oveja de la boca del león: “De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja” (Am 3:12), Se dice de un pastor sirio experimentado que siguió una hiena a su cubil e hizo al animal entregar su presa. El obtuvo la victoria sobre la bestia gritando de un modo característico, y golpeando las rocas con su pesado cayado, y lanzando con su honda mortíferas piedras. La oveja fue llevada después en sus brazos hasta el redil. El fiel pastor arriesga su vida por causa de sus ovejas, y hasta da su vida por ellas. Como nuestro buen Pastor Jesús, no solo arriesgó su vida por nosotros, sino que se entregó a sí mismo por nosotros. El dijo: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn 10:11).
Siendo responsable de cualquier cosa que suceda al rebaño, o a una oveja suya, el pastor oriental pasará horas, si es necesario, atravesando al desierto y las faldas de las montañas, en busca de una oveja que se ha descarriado y perdido. Después de pasar horas de ansiedad buscándola, finalmente la encontrará en algún hoyo sin agua del desierto, o en alguna hondonada en la montaña. La criatura exhausta será llevada en los hombros de su fuerte pastor. Y lo que acontece se descubre en la parábola de Jesús: “Y viniendo a casa, junta todos los amigos y vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido” (Lc 15:6).
Entre los instrumentos que usa el pastor encontramos la vara y el cayado:
La vara del pastor es semejante a la macana de un gendarme. A menudo se usan de madera de encino teniendo una bola en el extremo. En esta bola algunas veces se hincan clavos para hacer de ella un arma mejor. Es muy útil para la protección, y ningún pastor irá sin ella. Sin duda alguna David usó esa vara para proteger sus ovejas de los animales feroces (1Sa 17:34-36). El menciona a ambos, la vara y el cayado, en el Salmo del Pastor (Sal 23:4).
El profeta Ezequiel se refiere a la costumbre de pasar las ovejas bajo la vara del pastor con el propósito de contarlas e inspeccionarías: “Y os haré pasar bajo de vara” (Ez 20:37). La ley de Moisés habla de diezmar el ganado con un propósito específico en determinado tiempo. “Y toda décima de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, la décima será consagrada a Jehová” (Lv 27:32). Para hacer esto, los escritores judíos nos dicen que el pastor permitía al animal venir hacia él como quisieran, bajo la vara en un paso angosto. La cabeza de la vara se mojaba en algún liquido colorante y se bajaba sobre cada décima que pasaba por ahí, marcando las que eran para sacrificar al Señor.
El cayado del pastor. David menciona el cayado así como la vara en su Salmo del Pastor (Sal 23:1) Esta es una vara cerca de dos metros de largo y algunas veces, pero no siempre tiene un gancho en el extremo. Se usa como los occidentales usarían el bastón. Es muy útil al manejar las ovejas, y también para protegerlas.
Fuente: “Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas” Fred H. Wight
Salmo 23 – El Señor es mi Pastor
Salmo de David.
El Señor es mi pastor;
nada me falta.
Me hace descansar en verdes pastos,
me guía a arroyos de tranquilas aguas,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu cayado me inspiran confianza.
Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume sobre mi cabeza
y has llenado mi copa a rebosar.
Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.