Fuente:Carlos Esteban , 16 diciembre 2021
Autoridades alemanas reprimiendo medios para que los ciudadanos escuchen un solo mensaje, el oficial. ¿Dónde he oído yo antes eso?
El nuevo pastiche que gobierna ahora en Alemania parece querer hacer bueno el mandato Merkel y está pisando el acelerador para imponer el régimen globalista en un país que, al parecer, ha perdido la memoria.
Así, el martes nos enteramos de su propia boca que Marco Buschmann, el ministro de Justicia que milita en el presuntamente liberal FDP, que el gobierno de coalición empezará a ‘regular’ los mensajes que se transmiten por la red Telegram para evitar que los usuarios alemanes puedan quedar expuestos a otra información sobre la pandemia, las restricciones y las inoculaciones distintas de la verdad oficial. Lejos de los alemanes la funesta manía de pensar por cuenta propia.
Pero quienes quieren comparar este intento de mordaza al disidente con los viejos cierres de periódicos y televisiones, se equivocan: es mil veces peor. Telegram es una red social similar a WhatsApp, es decir, la censura no se ejercería sobre el negocio de un medio convencional, sino directamente sobre los mensajes privados que los particulares quieran compartir, algo parecido a tener el gobierno espiando las conversaciones telefónicas de sus ciudadanos e interrumpiéndolas cuando dicen algo inadecuado.
Esto va muy deprisa. Aunque estaba cantado y los componentes del nuevo gobierno ya había anunciado que iban a dar dos tazas del arroz ultra regulatorio con el que acabó Merkel, ha sorprendido la prisa y el descaro con que han empezado a imitar a sus lejanos predecesores de preguerra.
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