Biografía de Maria Valtorta
Biografía de Maria Valtorta
A sus 18 meses la familia se trasladó a Faenza. Un año y medio después, en septiembre de 1901, pasó con la familia a Milán, en donde comenzó a frecuentar, siendo de poco más de cuatro años, el asilo de las Monjas Ursulinas. Allí, dice ella, «encontré el rostro de Dios y su amor . no me aparté ya más de Él» (Autobiografía, p.22 y 24).
En octubre de 1904, a los siete años, pasaba al Instituto de las Monjas Marcelinas para iniciar la instrucción elemental, distinguiéndose de inmediato como la «primera de la clase por la inteligencia, don de Dios». El 30 de mayo de 1905 recibía el Sacramento de la Confirmación administrado por el Siervo de Dios, Cardenal Ferrari. Fue, dice, «mi Pentecostés» (Ibíd.. p.72).
En 1907 pasó a la escuela estatal, asistiendo contemporáneamente, por exigencia de su madre, a las lecciones de francés dadas por un grupo de religiosas que habían sido expulsadas de Francia debido a la persecución religiosa que propició la revolución.
Su padre, Giuseppe Valtorta, que era Mariscal Mayor de Caballería del Ejército Italiano, poseía un carácter tierno y amoroso. Su madre, Iside Fioravanzi, había sido maestra de francés en su juventud, era un año mayor que su esposo y era en cambio una mujer muy rígida y severa.
El 4 de marzo de 1909, casi a la edad de 12 años, entró en el Colegio «Bianconi» de las Monjas de S. Bartolomé Capitanio de Monza, en el que permaneció cuatro años (cinco años escolares), siendo mostrada siempre a todos por modelo. En el Colegio, el año 1911, consiguió la licencia técnica. Durante los dos años siguientes (1911-1913) tomó parte en un «Curso perfectivo» (estudio de la Literatura y de la Historia de varias naciones).
El 1º de marzo de 1913, María Valtorta, de dieciséis años, se trasladó con sus padres a Florencia, en donde continuó viviendo «poco más o menos como en el Colegio».
En dos ocasiones, en 1914 y en 1919, su madre, con miras egoístas, le impidió mantener una relación de noviazgo con algún jóven.
En 1916, «en un período tremendo, de desesperación y de ansias», el Señor volvió a llamarla por medio de un sueño, que permaneció vivo en María durante toda la vida. En el sueño, María es socorrida por Jesús, cuyas palabras de admonición y de piedad, unidas a un gesto de absolución y de bendición, fueron para ella «un lavado que la purificó completamente». Se despertó «con el alma iluminada por algo que no era terrenal».
Desde principio de noviembre de 1917 hasta septiembre de 1920 prestó M. Valtorta sus servicios con generosidad y abnegación entre las «Enfermeras Samaritanas» en el Hospital Militar.
El gesto de su gradual inmolación partió de un golpe violento que sufrió el 17 de marzo de 1920, recién cumplidos sus 23 años. Iba con su madre por la calle cuando un rapaz delincuente le pegó en los riñones con una barra de hierro, que habría arrancado de una cama. Con todas sus fuerzas le dio un terrible golpe. Permaneció en cama tres meses y fue como comenzar a experimentar su futuros padecimientos.
Contrajo asimismo la «española» de un modo violentísimo. Una vez recobrada, en septiembre de 1920, se trasladó a Reggio de Calabria como huésped de su primo Belfanti. Después de casi dos años, en 1922, retornó a Florencia.
En la primavera de 1923 María Valtorta hizo la ofrenda a Dios de sí misma.
En octubre de 1924, junto con sus padres, dejaba Florencia y se establecía definitivamente en Viareggio. La casa, de dos plantas, no era grande, pero era cómoda para las necesidades de aquel tiempo. María la encontró de su agrado, tal como la había deseado, y permaneció apegada a ella el resto de su vida.
Atraída por el ejemplo de Santa Teresita del Niño Jesús, cuyo libro Historia de un Alma, leyó con sumo gusto, el 28 de enero de 1925 se ofreció como víctima al Amor Misericordioso, renovando después «cada día» este acto de ofrecimiento. A partir de ese momento creció sin medida su amor por Jesús, hasta llegar a sentir su presencia en sus propias palabras y en sus propias acciones. Llevada del ansia de servir a Dios, quiso entrar en la Compañía de San Pablo, pero tuvo que contentarse con desarrollar «un apostolado humilde, escondido, conocido sólo por Dios, fortalecido más por el sufrir que por el obrar».
En diciembre de 1929, observando a escondidas las prácticas religiosas a causa de la intolerancia materna, llegó a enrolarse en la Acción Católica, trabajando en ella con empeño durante tres años como Delegada cultural de las Jóvenes Católicas, impartiendo multitud de lecciones y conferencias que atraían numerosos oyentes aún entre los no practicantes.
En tanto venía madurando en ella la fuerte decisión de ofrecerse como víctima a la Justicia Divina, a lo cual se preparaba «con una vida que crecía cada vez más en pureza y mortificación». Ya de tiempo atrás había hecho los votos de virginidad, pobreza y obediencia. El 1º de julio de 1930 M. Valtorta se ofreció Víctima a la divina Justicia. Mas los sufrimientos físicos y espirituales no cedieron un sólo momento. Se intensificaron éstos de un modo tal que, el 4 de enero de 1933 fue el último día que María, caminando con extrema fatiga, pudo salir de casa.
María Valtorta queda postrada en su cama
Desde el 1° de abril de 1934 (a la edad de 37 años) hasta su muerte en 1961, no se levantó ya más del lecho, dando inicio en un «intenso transporte de amor», a su larga y penosa enfermedad. Permaneció en su cama durante 27 años y medio. Allí se convirtió en instrumento en las manos de Dios. Su misión era la de «sufrir, expiar y amar».
A partir de ese momento, diversas enfermedades la mantuvieron postrada en el lecho, del modo como Jesús estuvo clavado en la Cruz. En esta segunda etapa es cuando florecieron las obras por ella escritas.
Cuando María V. se derrumbó en 1934, la sala de estar de la planta baja se convirtió en su dormitorio. Al año siguiente, un mes antes de la muerte de su padre, Marta Diciotti entró en la casa, en pleno servicio (quien llegaría a ser la compañera fiel de María, la «oyente» de sus escritos, la que la asistiría amorosamente hasta la muerte, y que conservó «sus memorias»), quien para dormir, se adaptó a la habitación de la enferma, en una cama sin respaldo (Marta era pequeña de estatura) durante mucho tiempo en la pared derecha. Del otro lado de la misma pared, en el comedor contiguo, se colocó una cama para la madre de María cuando su edad y debilidades también requerían su asistencia asidua. Entonces, la casa se estaba adaptando a las nuevas necesidades y las cosas que estaban de más, como el piano, se vendieron.
Hacia el año 1942, un sacerdote fue a visitarla. Era el buen padre Romualdo Migliorini, de la Orden de los Siervos de María, que durante cuatro años fue su director espiritual. En 1943 le ordenó a María Valtorta que escribiera su autobiografía, y que dijese «todo lo bueno y todo lo malo», sin preocuparse de cosa alguna.
Arriba: María Valtorta en su lecho en 1943 y el Padre Romualdo Migliorini
Su madre la señora Iside murió en 1943. Al año siguiente, en abril, María y Marta tuvieron que abandonar la casa por el desplazamiento impuesto por la guerra y se trasladaron con parte de los muebles en Sant'Andrea di Cômpito. Regresaron en diciembre y la casa estuvo como antes, sin haber sufrido daños.
Las dos mujeres, solas, podían prescindir de la planta superior, que constaba de dos dormitorios y una habitación pequeña, con una galería en el pasillo. En el verano, alquilaron las habitaciones para los bañistas de Viareggio, y las ganancias de unos pocos meses terminaron convirtiéndose en la única fuente de sustento para todo el año. Sin embargo, los recursos cada vez más escasos no impidieron que María y Marta vivieran con dignidad en la casa que era su única riqueza.
M. Valtorta continuó en su lecho de enferma, sufriendo y amando, haciéndose cada vez más disponible a la Voluntad de Dios, consolando a los afligidos, enderezando a los desviados en el espíritu, recibiendo dolorosas advertencias sobre su grave hora presente, revelando en cada cosa la fuerza de su carácter y la clara inteligencia de su mente fija en Dios.
Luego en fecha 25 de marzo de 1944, P. Migliorini la inscribió en la Orden Tercera de los Siervos de María. Por lo demás pertenecía ya a la Tercera Orden de San Francisco .
Pero su verdadera actividad de escritora debía reiniciarse de inmediato, por una fuerte presión del Altísimo, que encontró en ella un instrumento dócil y pronto. En pocos años, entre indecibles sufrimientos del alma y del cuerpo, provocados por acontecimientos y personas, en condiciones absolutamente desfavorables, María Valtorta llenó quince mil páginas de cuaderno, que hoy en día son casi universalmente reconocidas como un monumento de doctrina y de literatura. Esta maravilla de Dios es una colección de varios tomos que se denominó «El Poema del Hombre-Dios» (cambiándose con los años el nombre, por el de «El Evangelio como me ha sido revelado»).
Los actos de ofrecimiento no habían terminado. El 18 de abril de 1949 María V. ofrecía a Dios el sacrificio de no ver la aprobación de su Obra, uniendo a este sacrificio el precioso don de su propia inteligencia. El Señor aceptó este sacrificio. María no pudo tener la satisfacción de saber que su obra era aprobada.
Cuando quedó del todo inactiva (ella aún en el lecho escribía o trabajaba y jamás había sido ociosa), conservó su aspecto lúcido y sereno. Tras haber ofrecido a Dios hasta su propia inteligencia, fue recluyéndose gradualmente durante algunos años en una especie de aislamiento psíquico. Permanecía quieta en su lecho como una niña grande, llegando por último a la necesidad de ser alimentada, pero no pedía jamás nada. Pocos la visitaban. Pocos eran los amigos.
En medio de este silencio María Valtorta acabó sus últimos días la mañana del 12 de octubre de 1961 (a los 64 años de edad y tras 28 de enfermedad), al tiempo en que el P. Inocencio M. Rovetti, Rector de la Tercera Orden de los Siervos de María, pronunció las palabras de la recomendación del alma: «Parte, alma cristiana, de este mundo». Obedeció como siempre habíalo hecho y dejó la tierra por el Cielo. En un escrito suyo de 1944 leemos lo que el Señor le había dicho: «Cuán feliz serás cuando te des cuenta de estar en Mi mundo para siempre y de haber venido del pobre mundo. Lo harás sin pensar en ello, pasando de una visión a la realidad, como un pequeñuelo que sueña con su madre y que se despierta abrazado a ella, que lo aprieta contra su corazón. Así haré Yo contigo».
Los pocos y respetuosos visitantes pudieron admirar el candor de su mano derecha, la que había sido considerada la «pluma del Señor», mientras la izquierda iba livideciendo. Y sus rodillas, que habían sido su escritorio, aparecían ligeramente dobladas, ahora que ella se encontraba en reposo verdadero.
El 2 de julio de 1973 los restos de María Valtorta pudieron ser trasladados a la Basílica Santísima Anunciación de Florencia y sepultados en la Capilla del Cabildo que da al Claustro Mayor que forma parte de la famosa basílica florentina, que está a cargo de los padres servitas.
Murió en el mismo lecho que había visto los sufrimientos, los trabajos, el ofrecimiento y la piadosa muerte de la escritora de Viareggio, que desde varios años atrás había dispuesto la frase que debía escribirse en los recordatorios: «He terminado de sufrir, pero continuaré amando».
El "enigma Valtorta"
Durante ocho años tan sólo (desde 1943 a 1951), estando postrada en el lecho, abrumada de sufrimientos, escribía de su puño y letra, de un tirón, a cualquier hora, incluso de noche, sin que le distrajeran las ocasionales interrupciones y sin denotar aspecto alguno particular. Sin consultar libro alguno de utilidad (salvo la Biblia, y el Catecismo del papa San Pío X), en tiempos de guerra, evacuaciones, bombardeos y carestía (sin esquema alguno preparado, sin una mala copia, sin corrección alguna).
Se calculan unas quince mil páginas de cuaderno por ella escritas (en más de 120 cuadernos). Tienen comentarios sobre la Sagrada Escritura, lecciones doctrinales, relatos referentes a los primeros cristianos y mártires además de composiciones piadosas.
Mas sobrepujando a esto, figura la obra monumental sobre la vida de Jesús que abarca casi las dos terceras partes de su producción. Hay descripciones de escenas (por ella redactadas de acuerdo con lo que veía y oía) y dictados (de Jesús y de María Santísima o de algún ángel).
La obra principal tiene más de 600 episodios relatando eventos desde la vida oculta de Jesús y la Sagrada Familia, a los tres años de la Vida Pública de Jesús y el desenlace posterior, que fueron escritos sin seguir su orden cronológico, sino que debieron ser re-ordenados en un trabajo de edición, ello sin que se aprecie nada irregular en las historias contadas luego de unir todos los episodios.
Salta a la vista la diferencia de estilo entre las descripciones y los dictados. Ha sido examinada por especialistas de diversas ramas, por ejemplo, astrónomos, geólogos, sociólogos, arqueólogos, etc. todos coincidiendo en que no hallan una forma en que M. Valtorta haya podido saber datos que escribió si no fuera de un modo sobrenatural. Son tantas las razones de admiración que causa la Obra que hacen destacar su sobrenaturalidad, al mismo tiempo que dejan en ridículo a quienes la calumnian.
Han sido publicadas las siguientes obras de M. Valtorta:
•Il poema dell'Uomo-Dio
La magna obra sobre la vida de Jesucristo que, abarca 10 volúmenes en su edición actual y, traducida al castellano con el título de "El Hombre-Dios" y luego "El evangelio como me ha sido revelado".
•Autobiografía
Escrita el año 1943 con anterioridad a todas las demás obras.
•I quaderni del 1943
Colección de los escritos de dicho año posteriores a la "Autobiografía".
•I quaderni del 1944
Conjunto de los escritos de laño 1944, hecha exclusión de los correspondientes a la magna obra que, por cierto, el Señor inició a dictar el 16 de agosto de 1944.
•I quaderni dal 1945 al 1950
Conjunto de los escritos de los referidos años con exclusión de los fragmentos pertenecientes a la magna obra y a las dos publicaciones reseñadas seguidamente.
•Libro di Azaría
Comentarios de Azarías (Ángel de la Guarda de María Valtorta) a las misas festivas, escritos en los años 1946-1947.
•Lezioni sull'Epistola di Paolo ai Romani
Comentario a numerosos pasajes de la epístola de Pablo a los Romanos, dictados por el Espíritu Santo y escritos en los años 1948 y 1950.
Al día de hoy, la casa de M. Valtorta se transformó en un museo de entrada gratuita. Ésta se encuentra en Viareggio, Italia, en el número 257 de la larga y céntrica Via Antonio Fratti, a pocos metros de la intersección con Via Leonardo da Vinci. Puede ingresarse para visitar la habitación de María V., que es la primera a la izquierda en la planta baja, más allá de la entrada. La casa fue restaurada en los años 2001-2002, y luego en el año 2015, realizándose trabajos de restauración sobre pisos y paredes afectados por la humedad y el paso de los años. La casa fue reabierta de inmediato a los visitantes, que ahora encuentran la habitación de María Valtorta en similitud a como era originalmente.
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