Las costumbres para recibir huéspedes en las Tierras bíblicas

 

En las tierras bíblicas existía el entendimiento que la persona que venía a una casa había sido enviada por Dios.

Así su hospitalidad se transformaba en una obligación sagrada. Cuando Abrahám agasajó a tres extranjeros que eran án­geles, él mostró la misma actitud. Su entusiasmo al recibir sus hués­pedes indicaba su creencia, que aquellos a quienes iba a agasajar le habían sido enviados por el Señor.

Se dice que “corrió a su encuentro” que se apresuró al pabellón de Sara para ordenarle hiciera el alimento pronto; y que “corrió al rebaño”, y “tomó un becerro”, y se apresuró a aderezarlo (Gn. 18:2-7)

Un ejemplo tradicional de amor al prójimo es la práctica de la hospitalidad. Por eso, San Pedro (1 Pedro 4:9) recomienda a sus lectores la hospitalidad sin murmuración, es decir, sin lamentarse de las incomodidades y gastos que presuponía para el que hacía esta obra de caridad.

Es muy probable que el apóstol se refiera a la hospitalidad que se debía dar a los misioneros itinerantes del Evangelio. La hospitalidad era muy apreciada entre los judíos y entre los primeros cristianos. Jesucristo coloca la hospitalidad entre las obras de misericordia corporales por las cuales seremos juzgados. San Pablo la recomendaba de una manera especial a los obispos.

La misma caridad ha de manifestarse en el uso de los varios dones recibidos de Dios. Es necesario que el cristiano ponga al servicio de los demás las gracias recibidas.

En los tiempos de la persecución, la hospitalidad era de gran valor. Lucas alude a un tiempo de persecución así: “los que fueron esparcidos, iban por todas partes anunciando la palabra” (Hec. 8:4).

CUIDANDO A UN HUESPED DESPUES DE ENTRAR

“En cualquier casa que entréis, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si hay allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; pero si no, se volverá a vosotros.” (Lc 10:5-6)

Salutaciones. Cuando un árabe entra a la casa o a la tienda de un beduino, las salutaciones son como ésta: el amo de la posada dirá: “Paz sea contigo”. El huésped responderá con las palabras: “Paz sobre ti”.
Al huésped se le da un vaso con agua. Una de las primeras cosas que se ofrece a un huésped que ha sido recibido, es un vaso de agua. El hacer esto es reconocerlo como merecedor de una pacífica recepción.

Así el ofrecer agua de beber es la manera más sencilla de trabar amistad con una persona. Cuando Eliezer, el siervo de Abrahán buscaba una bienvenida, él lo hacía pidiendo a la doncella que vino al pozo a sacar agua (Gn 24:17-18). “Ruégote que me des a beber un poco de agua de tu cántaro”. Y ella respondió “Bebe, Se­ñor mío”.

Está era la indicación de que era bienvenido como huésped en su hogar cercano. Con esta indicación unida al agua ofrecida, la promesa de Jesús adquiere un nuevo significado (Mc 9:41), “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”.

Se sirve comida al huésped. En el Oriente, es un acto muy espe­cial de hospitalidad, el compartir el pan. Quiere decir mucho más que lo que significa para los occidentales. Es la manera de hacer un pacto de paz y fidelidad. Cuando Abimelec deseaba un pacto permanente con Isaac, la confirmación de ese pacto llegó cuando Isaac “les hizo banquete y comieron y bebieron” (Gn 26:30).

El huésped hecho señor de la casa. Hay por ahí un proverbio oriental que dice: “El huésped mientras esté en la casa, es su señor”. Esto es cierto en el espíritu de la hospitalidad en Oriente. Una de las primeras salutaciones que los hospedadores en Palestina dan a un huésped es decirle, “Hadtha beitak”, es decir, “Esta es su casa”. Esto es repetido varias veces. Así el huésped durante su estancia, es Señor de la casa. Y cuando el huésped solicita un favor, al concedérselo su hospedador le dirá: “Ud. me honra”.

Un rasgo característico de la hospitalidad oriental es que algunas veces se recibe a un enemigo como huésped, y mientras él permanezca en esa relación, está perfectamente seguro y es tratado como un amigo. Hay algunas tribus orientales de los moradores en tiendas que tienen por regla que un enemigo que ha “una vez demostrado o tocado una soga de una sencilla tienda, está a salvo”.

Como muchas familias duermen en los terrados en el verano, a los huéspedes frecuentemente se les da ese lugar para pasar la noche. Saúl fue hospedado una noche en él terrado y por la mañana temprano Samuel le llamó (1Sa 9:26).

La terraza usada como lugar para dormir. El techo de una casa oriental se usa actualmente para una va­riedad de cosas, de la misma manera que era usado en días de los profetas y de los apóstoles. Para un oriental el techo, la terraza plana, es un lugar muy especial para dormir.

Por una gran parte del año el techo o terrado es el lugar más agradable en la casa, especialmente en las mañanas y tardes. Ahí muchos duermen durante el verano, tanto en la ciudad como en el campo, y en todas partes donde la malaria no es peligrosa. La cos­tumbre es antiquísima.

Un ejemplo de esta práctica en la Biblia, es el incidente de Samuel llamando a Saúl, quien se había dormido en el terrado (1Sa 9:26).

Cama en la terraza
Como se aprecia en esta imágen antiguamente se utilizaba la terraza plana como un buen lugar para dormir.  © Seetheholyland.net

LA PARTIDA DEL HUÉSPED

Cuando llega la hora de que el huésped deba irse, un hospedador sirio hará todo lo posible por retrasar la partida. Le pedirá que se quede a comer una vez más, o esperar hasta la mañana para su par­tida. En el capítulo 19 de Jueces tenemos el mejor ejemplo en la Biblia de la costumbre de detener a un huésped. El que hospedaba dice a su huésped: “Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después os iréis”.

Después de tomar la comida, le pide que se quede toda la noche, pero el huésped pensó que era tiempo de partir y lo hizo luego. Este es un procedimiento típico de Oriente (Jue 19:5-10) .

Cuando un huésped se va, la salutación usual es la siguiente el huésped dirá: “Con vuestro permiso”. Y el que lo hospedó dirá: “Id en paz”. Isaac debe haber usado tal salutación cuando Abimelec y sus hombres se fueron, después de haber sido agasajados por Isaac con una comida. Las Escrituras dicen: “y ellos se partieron de él en paz” (Gn 26:31).

Cuando el que hospeda quiere hacer un honor especial a su huésped que se va, irá con él alguna distancia fuera del pueblo. Algunas veces este paseo durará una hora, terminando luego cuan­do el huésped le ruega no molestarse más. Así caminó Abrahán con sus huéspedes “y Abraham iba con ellos acompañándolos” (Gn 18:16).

 

Fuente: “Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas” Fred H. Wight