La Medalla Milagrosa es un sacramental de la Iglesia

Qué es la Medalla Milagrosa y cómo se usa?

El 27 de noviembre se celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Revisamos su historia, qué es la medalla y cuáles son los beneficios que obtenemos portándola.

Guarden Sacramentales, porten Mi Cruz, el Santo Rosario y no olviden el Escapulario. Mas debo indicarles que si el estado del alma no es el correcto; si la creatura no ha confesado sus pecados, si no se arrepiente y hace propósito firme de enmienda, los Sacramentales serán únicamente un adorno. Unjan nuevamente los marcos de las puertas de sus hogares con agua bendita o con aceite bendito y coloquen con amor y respeto el signo de Mi Cruz y la medalla de Mi Madre Santísima, bajo la advocación de la Medalla Milagrosa.Nuestro Señor Jesucristo a Luz de María - 05.ENE.2011
El mundo se conmociona con un lamento aéreo.
Las epidemias no esperan. Sean portadores de Mi Madre bajo la advocación de la Medalla Milagrosa.Nuestro Señor Jesucristo a Luz de María - 17.ENE.2011
Séllense con Mi Sangre, ampárense a Mi Cruz y acudan a la Imagen de Mi Madre bajo la advocación de la Medalla Milagrosa.Nuestro Señor Jesucristo a Luz de María - 09.JUN.2011
Pesa el paso silencioso de la peste que arrasará la vida de los hombres. Únicamente el Auxilio de Mi Madre logrará detenerle; utilicen la Medalla Milagrosa para dicho fin, llevando la fe por delante como Estandarte de Triunfo.Nuestro Señor Jesucristo a Luz de María - 30.MAY.2013

Sacramentales: Signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida.  Ver otros sacramentales…

Historia

Fotografía de Catalina Labouré
Fotografía real de Catalina Labouré (Wikimedia Commons)

Santa Catalina Labouré nació en Fain-lès-Moutiers, Francia, el 2 de mayo de 1806. Fue la octava de diez hijos del granjero Pierre Labouré. Perdió a su madre, Louise Gontard, en el año 1815 y fue criada por su tía.

Al cumplir los doce años volvió a la granja de su padre y allí fue puesta a cargo de todos los oficios de la cocina y los animales (vacas lecheras, la alimentación de los cerdos y 800 palomas).

Cuando tenía catorce años, su hermana María Luisa, ingresa a las Hijas de la Caridad; más adelante ella también descubre su llamado al servicio de los pobres en esta congregación. Poco después tiene un sueño en el que un anciano sacerdote la alienta a continuar su llamado en esa dirección. Con la ayuda de uno de sus primos aprendió a leer y a escribir.

Su padre se niega a dejarla partir hacia el convento, ya que su plan era el de verla casada, así que la envía a París para que trabaje en la cantina de uno de sus hermanos. Allí ella descubre la miseria de la gente y se propone definitivamente volverse monja para socorrerlos y darles ánimo en medio de sus terribles penurias.

Entró en la congregación de las Hijas de la Caridad, fundada por San Vicente de Paul. Fue admitida el 21 de abril de 1830 en el Seminario de las Hijas de la Caridad, situada en el número 140 de la calle del Bac en París (al ingresar en aquel convento se encuentra con un retrato idéntico del anciano sacerdote que ella había visto en sus sueños, cuando pregunta de quién se trata esa pintura le dicen que es San Vicente de Paul, fundador de la congregación en la que ella iniciaba su vida religiosa). Días después asistió al traslado de las reliquias de san Vicente (25 de abril de 1830).

Las apariciones

El año 1830 es un año clave: tiene lugar en París la primera aparición moderna de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la “era de María”, una etapa de repetidas visitaciones celestiales. Entre otras: La Salette, Lourdes, Fátima … Y como en su visita a Santa Isabel (Lc. 1:39), siempre viene para traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre. También para recordarnos el camino de salvación y advertirnos las consecuencias de optar por otros caminos.

El Corazón de San Vicente

La novicia estaba presente cuando trasladaron los restos de su fundador, San Vicente de Paul, a la nueva iglesia de los Padres Paules a solo unas cuadras de su noviciado. El brazo derecho del santo fue a la capilla del noviciado. En esta capilla, durante la novena, Catalina vio el corazón de San Vicente en varios colores. De color blanco, significando la unión que debía existir entres las congregaciones fundadas por San Vicente. También en color rojo, significando el fervor y la propagación que habían de tener dichas congregaciones. Luego de color rojo oscuro, significando la tristeza por el sufrimiento que ella padecería. Oyó interiormente una voz: “el corazón de San Vicente está profundamente afligido por los males que van a venir sobre Francia”.

La misma voz añadió un poco mas tarde: “El corazón de San Vicente está mas consolado por haber obtenido de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen María, el que ninguna de las dos congregaciones perezca en medio de estas desgracias, sino que Dios hará uso de ellas para reanimar la fe”.

Visiones del Señor en la Eucaristía

Durante los 9 meses de su noviciado en la Rue du Bac, sor Catalina tuvo también la gracia especial de ver todos los días al Señor en el Santísimo Sacramento.

El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se mostró durante el evangelio de la misa como un Rey, con una cruz en el pecho. De pronto, los ornamentos reales de Jesús cayeron por tierra, lo mismo que la cruz, como unos despojos desperdiciables. “Inmediatamente – escribió sor Catalina – tuve las ideas mas negras y terribles: que el Rey de la tierra estaba perdido y sería despojado de sus vestiduras reales. Sí, se acercaban cosa malas “.

Catalina sueña con ver a la Virgen

El domingo 18 de Julio 1830, víspera de la fiesta de San Vicente de Paúl, La maestra de novicias les había hablado sobre la devoción a los santos, y en particular a la Reina de todos ellos, María Santísima. Sus palabras, impregnadas de fe y de una ardiente piedad, avivaron en el corazón de Sor Laboure el deseo de ver y de contemplar el rostro de la Santísima Virgen. Como era víspera de San Vicente, les habían distribuido a cada una un pedacito de lienzo de un roquete del santo. Catalina se lo tragó y se durmió pensando que S. Vicente, junto con su ángel de la guarda, le obtendrían esa misma noche la gracia de ver a la Virgen como era su deseo.

Precisamente, los anteriores favores recibidos en las diversas apariciones de San Vicente a Sor Catalina alimentaban en su corazón una confianza sin limites hacia su bienaventurado padre, y su candor y viva esperanza no la engañaron. “La confianza consigue todo cuanto espera” (San Juan de la Cruz).

El Angel la despierta

Todo era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina y cerca de las 11:30 PM oyó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y apartando un poco las cortinas de su cama miro del lado que venia la voz y vio entonces un niño vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y el cual le dijo: “Levántate pronto y ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera”.

Sor Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el niño responde a su preocupación interior y le dice: “No temas; son las 11;30 p.m.; todas duermen muy bien. Ven yo te aguardo”.

Ella no se detiene ya ni un momento; se viste con presteza y se pone a disposición de su misterioso guía, “que permanecía en pie sin separarse de la columna de su lecho.”

Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue marchando a “su lado izquierdo”. Por donde quiera que pasaban las luces se encendían. El cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su paso todo quedaba iluminado.

Al llegar a la puerta de la capilla la encuentra cerrada; pero el niño toca la puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.

Dice Catalina: “Mi sorpresa fue mas completa cuando, al entrar a la capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba la Misa de media noche”. (todavía ella no ve a la Virgen)

El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al P. Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, y allí se puso de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo al lado derecho.

La espera le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la Virgen. Miraba ella con cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por si las hermanas de vela, que solían detenerse para hacer un acto e adoración, la veían.

Por fin llego la hora deseada, y el niño le dijo: “Ved aquí a la Virgen, vedla aquí”

Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, “fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio”.

Aparición de la Virgen

Sor Catalina en el fondo de su corazón dudaba si verdaderamente estaba o no en presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: “Mira a la Virgen”.

Le era casi imposible describir lo que experimentaba en aquel instante, lo que paso dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen.

Allí el niño le habló, no como niño, sino como el hombre mas enérgico y palabras muy fuertes: -“¿Por ventura no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una pobre criatura mortal en la forma que mas le agrade?”

“Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodille en el presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. Allí pasé los momentos más dulces de mi vida; me sería imposible decir lo que sentí”.

Ella me dijo cómo debía portarme con mi director, la manera de comportarme en las penas y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a arrojarme al pie del altar y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que tuviera necesidad. Entonces le pregunté que significaban las cosa que yo había visto, y ella me lo explicó todo”.

Luego continuó diciéndole: “Dios quiere confiarte una misión; te costara trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que sufrir hasta que los digas a tu director. No te faltaran contradicciones; mas te asistirá la gracia; no temas. Háblale a tu director con confianza y sencillez; ten confianza no temas. Veras ciertas cosas; díselas. Recibirás inspiraciones en la oración.

Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover desgracias sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero se verá afligido por calamidades de todas clases (al decir esto la Virgen estaba muy triste). Venid a los pies de este altar, donde se prodigaran gracias a todos los que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.

Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me causa dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan las reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades a pesar de que hay almas grandes en ellas. Díselo al que esta encargado de ti, aunque no sea el superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. El deberá hacer cuanto pueda para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto suceda otra comunidad se unirá a las de ustedes.

Vendrá un momento en que el peligro será grande; se creerá todo perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi visita y la protección de Dios y de San Vicente sobre las dos comunidades.

Mas no será lo mismo en otras comunidades, en ellas habrá víctimas..(lagrimas en los ojos). El clero de París tendrá muchas víctimas.. Morirá el señor Arzobispo.

Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo será otra vez traspasado; correrá la sangra por las calles (la Virgen no podía hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante pálido). El mundo entero se entristecerá . Ella piensa: ¿cuando ocurrirá esto? y una voz interior asegura: cuarenta años y diez y después la paz.

La Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina como una sombra que se desvanece.

Una semana después de esta aparición estallaba la Revolución de Julio de 1830 en Francia. Las revueltas ocupaban las calles de París, saqueos, asesinatos, y finalmente destronado Carlos X, sustituido por el “rey ciudadano” Luis Felipe I, gran maestro de la masonería. Durante estos hechos se produjeron actos de violencia en contra de la Iglesia.

Sería en 1870 (a los 40 años) el momento del gran peligro, con los horrores de la Comuna y el fusilamiento del Arzobispo Mons. Darboy y muchos otros sacerdotes.

La Virgen le encarga la fabricación de la medalla

La tarde el 27 de noviembre de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír el roce de un traje de seda que le hace recordar la aparición anterior.

Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor belleza.

Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita.

La Stma. Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla.

Tenia tres anillos en cada dedo; el mas grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.

Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:

Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden.

Con estas palabras la Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo.

El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.

La Medalla Milagrosa

En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: “María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti

Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda .

Oyó de nuevo la voz en su interior: “Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza“.

La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla.

En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, que atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: “En adelante, ya no veras , hija mía; pero oirás mi voz en la oración”.

Catalina dijo que después la Virgen le pidió que tomara esas imágenes y se las llevara a su padre confesor, y le pidiera que las mismas debían ser impresas en medallas, añadiendo: “Todos aquellos que porten la medalla recibirán grandes gracias.”

Después de dos años de entrevistas y de observación de la conducta de Catalina, el sacerdote informó al arzobispo de París de lo sucedido sin revelar la identidad de Catalina. La propuesta fue aceptada, se fabricaron las medallas y llegaron a ser muy populares.

La humildad de Santa Catalina Labouré

Uno de las ejemplos más significativos de esta santa es su humildad, ya que desde que se dieron las apariciones marianas en la Rue du Bac en 1830 hasta su muerte en 1876, aparte de su confesor nadie supo quien era la vidente de las apariciones de la medalla milagrosa, ni siquiera sus hermanas de comunidad con las que convivió durante años.

Su confesor había publicado un libro con todo lo referente a las apariciones pero nunca revelo el nombre de la bienaventurada que había recibido semejantes gracias por parte del Señor en la persona de su santísima madre. Los años siguientes a las apariciones los vivió como cualquiera de las otras hermanas de su convento, y como ya se ha dicho, se dedicó a oficios tales como barrer, lavar, cuidar a los enfermos y a los ancianos con inmensa misericordia, y en completo anonimato y sin desear la atención o el apoyo de los miles de devotos que ya portaban la medalla que gracias a ella se había elaborado, incluso recibió muchas humillaciones y maltratos por parte de hermanas suyas que solo la consideraban como una monja mas.

Solo ocho meses antes de su muerte, cuando ya se encontraba muy anciana, enferma y agotada por los años de servicio a los más pobres y su antiguo confesor ya había fallecido, le revelo a su superiora que era ella la vidente de las apariciones en la capilla del Bac con todo detalle.

Falleció el 31 de diciembre de 1876.

Como ella había revelado sus visiones a su superiora, que revelo la identidad de la visionaria a la comunidad y a toda París, algunos meses antes de morir, cientos de personas asistieron a sus funerales y se cuenta de que un niño paralitico, que había sido llevado por sus padres al funeral de Sor Catalina, pudo volver a caminar en el momento que toco el ataúd de la santa.

Con ocasión de su beatificación en 1933 su cuerpo fue exhumado, y aunque habían pasado 57 años desde su fallecimiento, fue encontrado incorrupto. Solo sus hábitos habían sido corroídos por la humedad que se filtró en el ataúd, su cuerpo fue revestido con un hábito nuevo, incluida la tradicional cofia o corneta con alas propia del antiguo hábito de su congregación, y colocado en una urna de cristal.

Hasta el día de hoy su cuerpo puede ser visto por todos los peregrinos que llegan a la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en la Rue du Bac, París.

El papa Pío XI la beatificó el 28 de mayo de 1933 y Pío XII el 27 de julio de 1947 la canonizó. Su fiesta se celebra el 28 de noviembre.

Caracteristicas de la medalla

En el Anverso:

Medalla en blanco y negro-María aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia para triunfar sobre Satanás.

-El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.

-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo y a quienes pidan.

-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la Madre.

-El globo bajo sus pies: Reina del cielo y tierra.

-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.

En el reverso:

-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. Obediencia, sacrificio, entrega

-La M: símbolo de María y de su maternidad espiritual.

-La barra: es una letra del alfabeto griego, “yota” o I, que es monograma del nombre, Jesús.

Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.

-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los apóstoles y que nace en el Calvario de su corazón traspasado.

-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.

Nombre:

La Medalla se llamaba originalmente: “de la Inmaculada Concepción”. Al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se le llamó popularmente “La Medalla Milagrosa”.

Beneficios que se obtienen por portar la medalla

Todos aquellos que porten la medalla recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza.-

 

Imágen para descargar

Medalla Milagrosa, fondo transparente, ideal para composiciones, resolución 622 x 400 (PNG).

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