Tesoro parábola MT.13:52

Un tesoro de cosas viejas y cosas nuevas

Meditamos una breve parábola de Jesús contenida en Mt. 13:52. El Antiguo Testamento proporciona los cimientos de la Buena Nueva. No hay catequesis que pueda ser válida sin reafirmar y dar su justo valor al A.T.

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Les dijo Jesús: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí, Señor.
Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el Reino de los cielos, es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.Mt 13:51-52

“El Evangelio como me ha sido revelado” (Maria Valtorta) contiene a su vez estas palabras:

(…)
-¿Pero, me habéis entendido? ¿Comprendéis lo que digo con comparaciones sacadas de las cosas cotidianas, iluminadas -eso sí- con una luz sobrenatural que las hace ilustrativas de cosas eternas?
-Sí, Maestro.
-Acordaos, pues, del método para instruir a las turbas; porque este es uno de los secretos de los escribas y rabíes: recordar. En verdad os digo que cada uno de vosotros, instruido en la sabiduría de poseer el Reino de los Cielos, es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro aquello que necesita su familia, usando cosas viejas y nuevas (pero todas con la única finalidad de procurar el bienestar a sus propios hijos). Cap. ~239

La expresión “tesoro” (βησαυρός) que se usa, se refiere a un arcón donde se guardaban las cosas de valor, heredadas o necesarias al hogar. Aquí se habla de un buen “padre de familia” que para bien de los suyos se vale no sólo de las cosas nuevas, que por su modernidad podrían considerarse mejores, sino también de aquellas cosas viejas que a pesar de su antigüedad permanecen siendo útiles y vigentes, como fundamentos sobre los que se desarrollan las cosas nuevas.

Es el equilibrio de quien, en el repertorio de la sabiduría adquirida durante el transcurso de su vida (que se asemeja a un tesoro doctrinal del cual la memoria puede extraer aquello necesario para la ocasión), sabe aprovechar todo, sin despreciar las tradiciones antiguas ni rechazar las enseñanzas posteriores de Jesucristo.

Esta parábola nos hace ver que la Buena Noticia no ha venido a hacer obsoleta la cultura y tradición religiosa judía, sino todo lo contrario, a infundir en ellas un nuevo e inesperado vigor. Algo semejante al niño que conforme va creciendo y madurando, se va haciendo apto para recibir y comprender enseñanzas mas sofisticadas, sin que ello signifique que las enseñanzas previas hayan sido incorrectas, sino más bien, que eran las adecuadas para el estado de madurez en el que se encontraba. Asi fue creciendo el Pueblo de Dios en sus diferentes etapas históricas.

Entonces el doctor judío, hecho discípulo de Cristo, posee y administra toda la riqueza de la antigua alianza, aumentada por el perfeccionamiento de la nueva, siendo derogadas aquellas partes que se oponen al Mandamiento del Amor enseñado por Jesus, y que, si bien podían ser convenientes cuando el hombre estaba organizado en sociedades precarias en las que apenas era poco mas que un animal (ley del Talión), ya no son legítimas luego de la venida encarnada de Jesucristo al mundo.

Resulta interesante exponer esta parábola en el contexto de un modernismo que pone en duda las verdades antiguas, a pesar de los numerosos hallazgos arqueológicos que verifican la verdad histórica contenida en la Biblia, remontándose incluso a la época de los patriarcas del Génesis.

No penséis que yo he venido a poner fin a la ley de Moisés y a las enseñanzas de los profetas. No he venido a ponerles fin, sino a darles su verdadero sentido.
Porque os aseguro que mientras existan el cielo y la tierra no se le quitará a la ley ni un punto ni una coma, hasta que suceda lo que tenga que suceder.
Por eso, el que quebrante uno de los mandamientos de la ley, aunque sea el más pequeño, y no enseñe a la gente a obedecerlos, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedezca y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos. Mt 5:17-19
Pero más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que un ápice de la ley deje de cumplirse.Lc. 16:17
¿Anulamos entonces la ley por medio de la fe? ¡De ningún modo! Al contrario, confirmamos la ley.Rom 3:31

Jesús no viene ni a destruir la Ley ni a consagrarla como intangible, sino a darle con su enseñanza y su modo de actuar una forma nueva y definitiva, en la que por fin se realiza en plenitud aquello hacia lo que la Ley conducía. Esto es así en particular en la perfección de la «Justicia».

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