Con el Miércoles de Ceniza comienza el tiempo de Cuaresma. Exploramos algunas referencias bíblicas sobre este tiempo. El mensaje de Nuestra Señora de los Últimos Tiempos. Los consejos del Papa Francisco.
Cuaresma
A la celebración continuada de la fiesta pascual a través de cincuenta días, corresponden, por otro lado, los “cuarenta” días de introducción a la misma (cf. Mt 4, 2), tiempo de fructuosa penitencia como disposición digna a la salvación, para todos los miembros de la Iglesia, cuya vida ha de renovarse constantemente desde Cristo mediante la celebración de la pascua.
Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras). (CIC 1438)
Referencias cruzadas en el Antiguo Testamento
Exploremos algunas referencias cruzadas que pueden aludir a este tiempo penitencial y servir de antecedentes:
Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. (Éx. 24:18)
Entonces el Señor dijo a Moisés: Escríbete estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho un pacto contigo y con Israel.
Y Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan ni bebió agua. Y escribió en las tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. (Éx. 34:27-28)
Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos.
Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor.
Tu ropa no se gastó sobre ti, ni se hinchó tu pie durante estos cuarenta años.
Por tanto, debes comprender en tu corazón que el Señor tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo.
Guardarás, pues, los mandamientos del Señor tu Dios, para andar en sus caminos y para temerle.
Porque el Señor tu Dios te trae a una tierra buena, a una tierra de corrientes de aguas, de fuentes y manantiales que fluyen por valles y colinas; (Dt. 8:2-7)
Cuando subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que el Señor había hecho con vosotros, me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua. (Dt. 9:9)
“Y vuestros hijos serán pastores por cuarenta años en el desierto, y sufrirán por vuestra infidelidad, hasta que vuestros cadáveres queden en el desierto.
“Según el número de los días que reconocisteis la tierra, cuarenta días, por cada día llevaréis vuestra culpa un año, hasta cuarenta años, y conoceréis mi enemistad. (Nm. 14:33-34)
Y se encendió la ira del Señor contra Israel, y los hizo vagar en el desierto por cuarenta años, hasta que fue acabada toda la generación de los que habían hecho mal ante los ojos del Señor. (Nm 32:13)
Y el ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y le dijo: Levántate, come, porque es muy largo el camino para ti.
Se levantó, pues, y comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. (1Re 19:7-8)
Mensaje de Nuestra Señora de los Últimos Tiempos a Luz de María
12 de febrero de 2018
Amados hijos de Mi Corazón Inmaculado:
MI BENDICIÓN MATERNA SE DERRAMA SOBRE TODA LA HUMANIDAD.
El Pueblo de Mi Hijo es fruto del Amor Divino y como tal, deben responder e iniciar de nuevo el camino definitivo hacia la conversión.
HIJOS AMADOS DE MI CORAZÓN, SE INICIA LA CUARESMA, POR ELLO LES INVITO A RENOVARSE, SIENDO PORTADORES Y EMANADORES DE BIEN EN DONDE SE ENCUENTREN.
Para ser testimonios, deben vivir en la Verdad y así brotará espontáneamente el obrar y actuar apegado a la Voluntad Divina. Esto lo logran alejándose de las ocasiones de pecado. Algunos se disculpan ante Mí diciéndome que no saben qué es el pecado porque abarca demasiado.
PECADO ES TODO AQUELLO QUE SE APARTA DE LA VOLUNTAD DIVINA EXPRESADA EN LOS MANDAMIENTOS, EN LOS SACRAMENTOS, EN LAS OBRAS DE MISERICORDIA, EN LAS BIENAVENTURANZAS Y EN EL ESPÍRITU DE LA VERDAD.
Me dirijo a ti, hijo, que en este instante lees esta Mi Palabra por Voluntad Divina: Nada puede obrar el hombre sin que la voluntad humana lo permita. Por ello, lo que te aleja de los deberes de tu estado, eso es contrario al bien.
Algunos de Mis hijos desestiman Mis Llamados, los leen, pero no los hacen vida y esto causa gran dolor al Corazón Amantísimo de Mi Hijo. Este instante es para que cada uno reflexione sobre el conocimiento que posee en cuanto al Amor de Mi Hijo por la Humanidad. Por ende, no pueden alegar que pecan por desconocimiento: AL QUE MÁS SE LE DA, MÁS SE LE PIDE (Lc. 12,48).
Los Llamados del Cielo no penetran en los corazones endurecidos ni en las mentes saturadas de inmundicias, por ello no cambian, ya que aman más al mundo que a Dios.
Miro a tantos de los Míos agruparse y sentirse enfervorizados por algunos instantes y luego, cuando pasan las actividades en los diferentes grupos religiosos, ese ardor, ese regocijo, esas promesas, ese anhelo por los asuntos del Cielo, se apagan y se van como si tomasen agua y trataran de que no se les escurra entre los dedos.
LA MENTE HUMANA NO SE HA PREPARADO PARA TOMAR EN SERIO Y CON RESPONSABILIDAD LOS MANDATOS DE MI HIJO NI SUS PEDIDOS NI MIS REVELACIONES PARA LA HUMANIDAD.
La Humanidad se encuentra putrefacta al convivir con tantos pecados que emanan del mal uso del libre albedrío…
La Humanidad se ha corrompido y justifica su mal obrar y actuar con más pecado, con lo cual se hunde a cada instante en los oscuros aposentos del enemigo del alma y le abre el camino para que tome a la Humanidad desprevenida porque así lo ha permitido el hombre…
NO SON DIGNOS DE LLAMARSE HIJOS DE MI HIJO LOS QUE, A SABIENDAS DEL VALOR DE UNA SOLA ALMA, LAS PRECIPITAN AL PECADO EN SUS DIFERENTES FORMAS.
LA NATURALEZA HUMANA ES ALTERADA, PISOTEADA Y DEGRADADA CON LA COMPLACENCIA DE QUIENES TIENEN EL DEBER DE CONSERVAR LA LEY DE DIOS, LAS BUENAS COSTUMBRES Y PROTEGER A LA FAMILIA Y LA VIDA HUMANA.
Amados hijos, se encuentran ante la gran traición que ha salido del Cuerpo Místico de Mi Hijo para entregar en manos del usurpador al pueblo de Mi Hijo, para que sea zarandeado, perseguido, atribulado y martirizado como botín del enemigo infernal.
HIJOS, MIRAN CÓMO EL INSTANTE PASA APRISA, CON ESA PRISA SE AVECINA A USTEDES CREYENTES DE MI HIJO, EL CISMA DE LA IGLESIA ANTE EL DESACATO DEL HOMBRE HACIA LA LEY DIVINA.
Soy Madre y Me duelo ante tanta desobediencia de Mis hijos, ante todo llamado y ante la indiferencia hacia las señales de Mi permanencia con ustedes.
No avanzan si no se convierten…
No dan frutos si son leños secos…
Renuévense, hijos, decídanse a ser mejores hijos de Dios, no continúen caminando en contra de la naturaleza con la que Dios les creó.
Este instante de confusión es oportuno para los enemigos de Mi Hijo, usurpan Su Pueblo y lo confunden, ante la falta de cumplimiento de la creatura humana a la Palabra Divina.
El hombre actual toma caminos equivocados, algunos exigen respuestas del Cielo, otros codician lo que no les pertenece, otros envidian los bienes espirituales de sus hermanos y para poseer aparentes dones y virtudes, se adentran en los caminos del demonio.
AMADO PUEBLO DE MI HIJO, LA CONFUSIÓN NO LES PERMITE MIRAR CON CLARIDAD, VUELVAN Y SEAN CUMPLIDORES DE LA LEY DE DIOS Y RETOMEN LA CALMA, BUSQUEN LA RECONCILIACIÓN CON LA CASA PATERNA Y CON SUS HERMANOS PARA QUE CAMINEN RECTAMENTE.
En este instante acérquense a la Eucaristía, guarden los días de ayuno, ofrezcan lo que más les hará sacrificarse para mayor provecho espiritual.
Los errores de la Humanidad hacen que continúe el curso del instante hacia acontecimientos sorprendentes en la Tierra y sobre Ella.
La oración es indispensable para ustedes, Mis hijos. Auxíliense, no se permitan vivir sin auxiliar al hermano. Tengan presente que Mis hijos no niegan a Dios, no traicionan a Dios, son cumplidores de Su Palabra y por ende son defensores de la Ley de Dios.
La confusión espiritual será mayor conforme avance este instante y los hombres serán mayormente verdugos de los indefensos con sus actos de terrorismo. Las amenazas bacteriológicas serán realidad. Sin piedad atacarán a los más débiles y las tensiones en el mundo aumentarán.
Ustedes, hijos Míos, sean cumplidores del Amor de Mi Hijo, sean obedientes y humildes, sin negar la Fe.
TODOS DEBEN REGRESAR AL VERDADERO CAMINO CON URGENCIA.
ACOJAN ESTE INSTANTE CUARESMAL PARA LA CONVERSIÓN.
¡Salven el alma!
Les bendigo, les amo.
Mamá María
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA
Hermanos:
La densidad del libre albedrío mal empleado cubre a la Humanidad.
La creatura humana no mira su mal proceder y continúa viviendo pasando la vida como si nada de lo que se nos ha anunciado fuese a acontecer. Pero nuestra Madre señala en reiteradas ocasiones, lo que sí tenemos que creer: el hombre en algún instante deja esta Tierra y tiene que salvar el alma. Para ello somos llamados a permanecer alerta para no vivir ofendiendo a Dios.
La Cuaresma no es un instante más, es prepararse para continuar viviendo dentro de los Sagrados Corazones y esto no debemos mirarlo con indiferencia. Cada uno debe mirarse a sí mismo y acercarse al Sacramento de la Reconciliación con firme propósito de enmienda.
Tomar el camino del bien es de valientes y a eso nos llama nuestra Madre, a ser cumplidores de la Voluntad Divina.
Respondamos con disposición y decisión.
Amén.
¿Cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?
Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas.
También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos -que en el designio de Dios cantan su gloria- se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.
El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero.
¿Qué podemos hacer?
Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.
El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, Él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?
El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.
Jesús nos explica como reaccionar ante las tentaciones a través de María Valtorta:
“Entereza y oración. Has visto que Satanás se presenta siempre con apariencia benévola, con aspecto común. Si las almas están atentas y, sobre todo, en contacto espiritual con Dios, advierten ese aviso que las hace cautelosas y las dispone a combatir las insidias demoníacas. Pero si las almas no están atentas a lo divino, separadas por una carnalidad oprimente y ensordecedora, sin la ayuda de la oración que une a Dios y vierte su fuerza como por un canal en el corazón del hombre, entonces difícilmente se dan cuenta de la celada, y caen en ella, y luego es muy difícil liberarse.
Las dos vías más comunes que Satanás toma para llegar a las almas son la sensualidad y la gula. Empieza siempre por la materia; una vez que la ha desmantelado y subyugado, pasa a atacar a la parte superior: primero, lo moral (el pensamiento con sus soberbias y deseos desenfrenados); después, el espíritu, quitándole no sólo el amor — que ya no existe cuando el hombre ha substituido el amor divino por otros amores humanos — sino también el temor de Dios. Es entonces cuando el hombre se abandona en cuerpo y alma a Satanás, con tal de llegar a gozar de lo que desea, de gozar cada vez más.
Has visto cómo me he comportado Yo. Silencio y oración. Silencio. Efectivamente, si Satanás lleva a cabo su obra de seductor y se nos acerca, se le debe soportar sin impaciencias necias ni miedos mezquinos. Pero reaccionar: ante su presencia, con entereza; ante su seducción, con la oración. Es inútil discutir con Satanás. Vencería él, porque es fuerte en su dialéctica. Sólo Dios puede vencerlo. Entonces, recurrir a Dios, que hable por nosotros, a través de nosotros. Mostrar a Satanás ese Nombre y ese Signo, no tanto escritos en un papel o grabados en un trozo de madera, cuanto escritos y grabados en el corazón. Mi Nombre, mi Signo. Rebatir a Satanás únicamente cuando insinúa que es como Dios, rebatirle usando la palabra de Dios; no la soporta.
Luego, después de la lucha, viene la victoria, y los ángeles sirven y defienden del odio de Satanás al vencedor; lo confortan con los rocíos celestes, con la gracia que vierten a manos llenas en el corazón del hijo fiel, con la bendición que acaricia al espíritu. Hace falta tener la voluntad de vencer a Satanás, y fe en Dios y en su ayuda; fe en la fuerza de la oración y en la bondad del Señor. En ese caso Satanás no puede causar ningún daño.” (María Valtorta – El Evangelio como me ha sido revelado)