Revelacimes Aborto

Aborto: “hicieron de sus vientres tumbas, y el vientre es para dar vida”

Revelaciones de Jesucristo de la Divina Misericordia a la vidente colombiana Matilde Oliva Arias sobre el aborto y los requisitos para que éste sea perdonado. Los cómplices del aborto. Las penas en el infierno. Revelaciones a Luz de María sobre la matanza de estos inocentes.

Matilde Oliva Arias, u ‘Olivita‘, de Garagoa, Colombia, apodada por Jesús como ‘Flor de Trigo‘ fue una vidente de Jesucristo de la Divina Misericordia. Siendo analfabeta y sin conocer de teología fue elegida para transmitirnos un llamado angustiante del Cielo a la conversión, siendo conocido su relato de su encuentro personal con Jesús y la visión del infierno que le concedió.

Olivita dejó este mundo en julio de 2015. En sus dias previos a su fallecimiento dejó dicho que a su muerte vendrían los acontecimientos que le fueron revelados relativos a los tiempos finales.

Ella dijo que debíamos preocuparnos cuando viéramos dos Papas en Roma, algunos creen que esta situación hace referencia a la presencia actual de Benedicto XVI y Francisco en el Vaticano.

Una humilde campesina entrada en años, caminaba hacia su casa situada en la población de Garagoa-Boyacá. Rezaba el Santo Rosario, cuando de pronto, un hombre muy hermoso le salió al paso en un puente cercano a su rancho. El estaba sentado en ese lugar, cuando todo se iluminó y ella cayó de rodillas creyendo que era un ángel o un santo. Esto ocurría en el año 1987.

Este señor, tenía ropas relucientes, era hermoso, tenía ojos claros “ojizarco” (según palabras de la anciana mujer), era muy alto, imponente pero muy amable, se identificó como JESUS DE NAZARET, y le dijo que venía caminando por el mundo entero llamándonos a la conversión. Relataba también hermosamente Olivita: “El, brillaba más que un sol de verano”.

“Luego me llamó por mi nombre y me dijo: Oliva, mi Madre y yo estamos caminando por el mundo entero tras mis ovejas, muchas están descarriadas y yo vengo pronto a juzgar a este mundo, Vengo a darle un mensaje, para que lo hable a donde vaya, y crean sin ver, algunos se burlarán, pero otros reconocerán mi voz, entenderán mi mensaje y me seguirán.”

Oliva decía que “El tenía como un bastón y un libro grande y brillante” (más adelante le explicó que era el libro de la vida).

Jesús le hablaba con mucha ternura y sencillez, pero a la vez con gran profundidad del Cielo, le dejó ver el Infierno y también la purificación del Purgatorio. Le hablaba de la Bíblia, de la Iglesia, de como vestirse y comportarse, de llevar vidas austeras sin ser amantes del dinero y sobre todo, de su pronta segunda venida.

También el Señor le hacía advetencias y le hablaba de nuestros pecados y sus consecuencias, decía Oliva:
“Dios va a sacudir el mundo, por culpa del aborto y tantos pecados nuevos que lo ofenden mucho, por haber preferido caminar en tinieblas y no seguir su luz”

Esta campesina iletrada y anciana, fue entrevistada constantemente por sacerdotes y por obispos. Fue motivo de burla para algunos, pero también de asombro para teólogos y estudiosos de la palabra de Dios, quienes quedaban confundidos ante tanta sabiduría escondida en una mujer sencilla y supuestamente ignorante, que a duras penas sabía sembrar cilantro y cuidar unas pocas gallinas.

La alcaldía le hizo reconocimiento y manifestó que ese lugar será tratado como Santuario, y el Señor Obispo también exalto sus virtudes.

LA VISIÓN DE OLIVITA

No supe que paso, pero vi que un hueco inmenso se abrió bajo los pies del Señor. No sé si viajamos a través de él, pero pronto me vi en el infierno. Escuché, gritos, lamentos, había desesperación, aquel lugar era horrible. Sentí miedo, sentí morirme de pavor, y me dije, ¡hay de mi señor donde estoy! El señor me dijo: “No temas nada, nada te pasara, yo estoy contigo, observa bien”

Entonces vi una hornilla como la boca de un volcán. De ella salían llamas inmensas. Era como un fondo donde se cocina la caña para hacer miel. Como un lago de azufre hirviendo a borbollones, había ahí mucha gente que gritaba y pedía auxilio sin ser escuchados. Unos insultaban, otros estaban vestidos lujosamente, otros estaban sin ropa. Creo que estaban con la ropa que los enterraron. Un hombre muy rico, con mantos y anillos en los dedos, y cadenas en el cuello, sacaba la mano y decía, ¡sálvame por esto! y mostraba como un gajo de cebolla. Pero las llamas empezaban a consumir el gajo de cebolla hasta quemarle los dedos. Creo que fue algo que dio, pero sin amor, o lo único que regaló en su vida.

El tormento era cruel, no había paz, le pegunte al Señor, ¿este es el rechinar de dientes? Y me contesto “No, todavía no es. Es solo parte de sufrimiento, de los condenados”

Alrededor de la hornilla había demonios con las piernas cruzadas, todos tenían un trinche largo. Su aspecto era horrible, sus ojos rojos, boca malvada, sonrisa malévola, de un color casi negro como gris. Fumaban y fumaban algo que los hacía más rebeldes. Y bebían un líquido rojizo que los llenaba de soberbia.

De pronto todos se colocaron de pie en posición firme. Los condenados deseaban desaparecer. Se consumían en el lago de fuego, era una multitud incontable. El infierno se estremeció, todo tembló. Por una puerta entraba un demonio como de casi 2 metros de alto, más horrible que los otros demonios. Este tenía cuernos, garras, cola y alas como de murciélago. Los demás no tenían nada de eso. Gritó y zapateó, y todo volvió a temblar, pregunte quien era, y me dijo: “Es Satanás, Lucifer, rey del inferno.” Hasta los demás demonios le tenían miedo, a una orden dada por el, todos corrieron ante él con el trinche en la mano, en fila como un batallón de soldados. Les dijo algo que no alcancé a escuchar, púes tenía demasiado miedo. Y no le pregunte al Señor. Si el Señor no me hubiera sostenido en ese momento, yo hubiera muerto de terror.

El Señor me dijo: “Aquí no hay paz ni un segundo, acá no hay nada de amor, es el reino del odio. Aquí vienen todos aquellos que me despreciaron cuando estaban vivos, libre y voluntariamente, prefirieron el mal en lugar de bien. Ahora observa bien, pues para algunos comienza el rechinar de dientes, sufrimiento y muerte eterna, gusano que no muere y fuego que no se apaga. Porque el que no está conmigo, está muerto, esa es la verdadera muerte. No la que llaman ustedes muerte”. Los demonios corrieron hacia la hornilla después de la orden de Satanás, y metían el trinche, sacaban a los condenados traspasados por los trinches. Se movían como culebras sin poder soltarse.

Gritaban, se contorsionaban. Les salía sangre, alguno fueron traspasados por la espalda, otros por las piernas, otros por la cabeza agarraban los trinches queriendo salir. Pregunte al Señor: ¿porque esas almas tiene sangre? Y me dijo: “Al infierno vienen en cuerpo y alma, como al cielo van en cuerpo y alma. Estamos en el primer infierno, y ya fueron juzgados, aquí están todos los condenados desde la creación del mundo hasta el diluvio.”

Los demonios colocaron a los condenados como en una lamina de zinc, galvanizada y los agarraban a trinchazos entre dos o tres demonios.

Gustave Dore: Infierno
Gustave Doré: Representación del Infierno

Luego como con un cortauñas, un poco más largo, les prendían pedazos de carne y poco a poco le arrancaban las uñas, los dedos, el pelo, los gritos eran desesperados, eran gritos que terminaban en lamentos….

Para que no gritaran, sacaron una especie de arma no vista en la tierra por mí. Se la metieron en la boca. Aquella arma se abrió como una mano, y al cerrarse le agarró la lengua, y le arrancaban, bien torciéndola o tirándola. Luego con un cuchillo bien afilado, le comenzaban a volver cecina, a destazar, volver pedazos como de bistec. Los condenados no podían gritar, sus ojos parecían salirse de ellos. Y sus mandíbulas pegaban una con otra haciendo un rechinar de dientes horrible. Después de desprender la carne, trozaban los huesos y los volvían nada. Por último partían la cabeza, hasta quedar trizas, todo parecía nada en al lamina. Sangre, carne en trozos, huesos, aquello era horrible. Y en los huesos había gusanos.

Entonces dije al Señor, pobres personas. Pensé que no iban a morir, por fin murieron, aunque los pedazos de carnes se mueven. El me dijo: “Aquí no existe la muerte fíjate bien“. Los demonios tomaron esa lamina y echaron los trozos de la persona sobre un hueco donde había llamas y fierros filosos, una especie como de molino para volver todo polvo. En la parte de abajo de ese hueco estaba otra vez el hueco de la hornilla. Al caer ese polvo vi que las personas volvían a tener cuerpo y el que se dejaba agarrar por el trinche volvía a padecer lo mismo. Entonces pregunte al Señor: ¿Qué pasa, porque tiene que volver a vivir? El me dijo: “La muerte ya no existe, como los hombres la llaman. Aquí se padece la muerte eterna, que es la separación de DIOS. Y para llegar a este lugar de tormentos, cada uno llego aquí libre. Ésa fue la elección de ellos. Yo ya no puedo hacer nada por ellos. Cuando podía me despreciaron y llegaron a este lugar no creado para los hombres, para los hombres fue creado el cielo. Este lugar fue creado para Satanás y sus ángeles.”

Me di cuenta que a mayor pecado, mayor el sufrimiento. Cada uno paga según sus deudas. Y cada uno tiene castigos diferentes, pero todos sufren terriblemente. Me di cuenta que con el órgano que pecan es con el que más sufren.

Según se hundían en el lago de fuego, aparecían en un lugar de arenas candentes, al rojo vivo. El calor era sofocante, no se podía respirar y gritaban, ¡tengo sed!
Entonces un demonio se le subía a la nuca y le abría la boca, hasta desgarrarla hasta los oídos. Otro demonio agarraba la arena caliente, para que la bebieran. Era tal el desespero que corrían sin control en la oscuridad iluminada únicamente por las arenas.

Chocaban con otros condenados y peleaban como perros callejeros. Al llegar al final había rocas con puertas, cada uno miraba solo una puerta, al abrirla había un hoyo, donde estaban los animales ponzoñosos y aquellos que más temían cuando estaban en la tierra. El Señor me dijo que eran castigos psicológicos. No pregunte qué era eso.
¡Oh pobres condenados! ¡Qué desesperación, que pesadilla sin fin! Cuando lograban salir de allí, se veían esos animales por el cuerpo y que salían por la boca y por todo lugar. Por lo único que podían correr, es por un desfiladero de piedras cortantes, se caían y se cortaban. Unos caían de frente y se cortaban todo, otros de espalda y al final había una planada, el que no lograba pararse rápidamente, una piedra redonda lo aplastaba como una cucaracha. Al lograr levantarse se botaban por un hueco que había, y caían a la hornilla del inicio, y todo volvía a repetirse.

El Señor me dijo: “¿Te diste cuenta que acá no hay descanso ni un segundo? Ahora te voy a mostrar otro lugar que está esperando a esta generación perversa y malvada. Le voy a mostrar quien sufre más y quienes van por el camino al infierno”. Vi entonces tres hornos más grandes que el primero y Satanás gritaba: Qué se haga el juicio, he trabajado bastante para darle la bienvenida a mi reino, he inventado nuevos castigos, y tormentos. Que vengan aquí los que pudieron salvarse y no quisieron, que vengan a mí los que me sirvieron en la tierra.

Las mujeres que cometen aborto y los cómplices que las ayudan

Entonces vi unas mujeres, arrastradas con cadenas, llevaban cargas como mulas, eran golpeadas atrozmente y atormentadas. Les abrían sus vientres, las dejaban gritar, la despedazaban, les daban con unas cuerdas como de hierro, las insultaban, les mostraban sus hijos que ellas habían asesinado y se los amarraban a sus pechos. Ellas escuchaban el llanto y los gritos de sus hijos (¡¡Por qué me mataste mamá?!!), al grito del niño, sus pechos se desgarraban y comenzaban a sangrar, sus oídos sangraban y todo aquello era horrible. Y pregunte al Señor: ¿Señor JESUS quienes son esas mujeres y porque sufren tanto?

Me contestó: “Son todas aquellas que matan a sus hijos en el aborto, sufren porque hicieron de sus vientres tumbas, y el vientre es para dar vida. El pecado del aborto le es a mi Padre muy difícil de perdonar.

No basta con confesarlo, si no hay verdadero arrepentimiento. Hay que hacer mucha oración y penitencia, pidiendo misericordia a DIOS Padre, como al hijo que asesinaron. Sus gritos y llantos estarán al frente del trono de DIOS y su sangre clamará desde la tierra al cielo”.

Y me dijo: “Ore, Ore, por ellas, porque algunas están vivas y pueden arrepentirse. Pues muchas van por el camino del infierno”. Vi al lado de ellas hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos que ellas. Y pregunté, ¿estos quienes son, y porque sufren iguales tormentos? El Señor me dijo: “Son todos los cómplices del aborto, los que las ayudaron. Aquí pueden venir médicos, amigos, enfermeros, parientes, o alguna persona que escucho que iban a abortar, y no les dijo no lo hagas.”

El relato de Olivita continúa con la visión de otras culpas no relacionadas al aborto, si desea puede leerlo completo siguiendo este enlace.

El perdón del pecado de aborto

El carácter grave de este pecado radica en la acumulación de factores que revisten gravedad:
Violación del 5to mandamiento: “No matarás
-> con el agravante de que se mata a uno que es pariente, más específicamente un hijo, hacia quien la madre tiene un deber natural de cuidado especial, privándole la posibilidad de nacer y cumplir el propósito para el que Dios creó su alma.
-> a su vez con el agravante que se lo mata cuando éste se halla en una total indefensión, es decir con alevosía, ya que el ser humano en la etapa de gestación no tiene chance de oponer resistencia o defensa alguna.
Además podemos mencionar:
Lesión al derecho de Dios de decidir cuando quitar una vida.
Incoherencia de realizar el acto reproductivo, lo que supone interés en procrear, para luego terminar con la vida procreada.
Imposibilidad de desconocer que lo que se hace es algo malo en los casos que no se trate de una mujer demente o con facultades mentales reducidas, puesto que toda persona sabe que no debe matar, sin que sea necesario educación religiosa al respecto.

De la anterior visión resulta interesante que, dado el particular carácter de este pecado atroz, para que sea perdonado por Dios requiere un verdadero arrepentimiento (no basta con expresarlo en la confesión), y un tiempo prolongado de expiación o penitencia incluyendo oraciones clamando misericordia tanto a Dios como al hijo asesinado.

Existen cursos de sanación espiritual con asistencia psicológica y sacerdotal para mujeres que atravesaron esta situación y desean enmendar su vida, en los que se hace un acompañamiento a la mujer y se le brinda orientación. Una práctica habitual en estos cursos es el darle un nombre al niño/a cuya gestación fue interrumpida.

Revelaciones a Luz de María sobre el aborto

Pueblo Mío, amado Pueblo Mío, Me duelo por ustedes que padecen. La persecución en mayor escala no se hace esperar.
MI IGLESIA FIEL PADECERÁ, LA MASONERÍA IMPONE LEYES EN CONTRA DE MI VOLUNTAD. -Jesucristo a Luz de María – 22.ABR.2017

¡Cuánto se duele Mi Corazón! ¡Cómo dan muerte despiadadamente a indefensos inocentes mediante el aborto! –Jesucristo a Luz de María – 03.JUL.2009

Leave a Reply

Will be published when approved by a moderator

code